Las tres patas

Un superior mayor me cuenta que ha estado tratando de sintetizar su misión como tal superior mayor. Después de darle muchas vueltas, ha construido una especie de triángulo, un taburete o mesa con tres patas. Y las tres patas son cuidar, pensar y gestionar.

Una silla o mesa con tres patas es lo más estable que se puede construir. Nunca estará cojo. Siempre que las tres patas tengan la misma longitud estará nivelada. Por esa misma razón, el taburete o mesa no tiene delante ni detrás. No hay orden entre las patas. Las tres tienen la misma importancia. Si una de las patas es más larga que las otras, el taburete o mesa estará desnivelado. Lo que se ponga encima correrá peligro de caerse. Para que la mesa o silla se mantenga horizontal las tres patas deben tener la misma longitud.

Aplicamos el ejemplo a las tres patas o funciones de la misión del superior mayor: cuidar, pensar y gestionar. Las tres son necesarias. Y a las tres hay que dar la misma importancia y tiempo para que el conjunto funcione. Si una de ellas se lleva la mayor parte del tiempo y la dedicación, la provincia o congregación no va a ir bien. Algo va a quedar desatendido.

Si el superior mayor no hace más que “pensar”, metido en su cuarto, reflexionando sobre los problemas que tiene delante, haciendo proyecciones hacia el futuro, dedicado solo a escribir sus reflexiones, entonces la provincia o congregación no va a ir adelante. Mucha reflexión pero poco liderazgo. Con todo, no hay que olvidar que “pensar” es fundamental. El líder tiene que tener claro a dónde quiere llevar el barco que le han encomendado. Sin esa reflexión, lo normal es que se ocupe de lo más urgente, de la última llamada telefónica. Pero lo urgente no dejará tiempo para lo importante.

Otra de las patas es “cuidar”. Es fundamental la atención a las personas. Provincias y congregaciones están formadas por personas. El capital humano es lo más valioso que tiene una congregación. Pero también es delicado y frágil. Necesita muchas atenciones y cuidados. Necesita ser escuchado y ser acompañado. Necesita ser pastoreado en el mejor de los sentidos. Si no se cuida bien a las personas, nada va a funcionar en la provincia. Hay que dedicarle tiempo y atención. Pero no se puede dedicar todo el tiempo a cuidar. Ni tampoco hay que escuchar solo a los que más ruido hacen. Hay que saber estar atentos a los que no hacen ruido pero también necesitan atención.

La tercera pata es “gestionar”. Es un hecho que las actividades (colegios, parroquias, residencias, editoriales, hospitales…) tienen un aspecto de gestión importantísimo. Es un hecho también que la formación no nos ha preparado en absoluto para esta función. Ciertamente, nuestras actividades no son empresas al estilo ordinario de lo que entendemos por una empresa pero tienen un aspecto empresarial que no se puede negar. Hay provincias religiosas que tienen varios centenares de empleados contratados en los más diversos niveles. Hay mucha responsabilidad por parte de la institución. Hay que trabajar seriamente para que esas actividades sean económicamente viables y ofrecer el servicio para el que fueron creadas. Sólo así podrán cumplir con su misión carismática y evangelizadora. La gestión es pues la tercera pata, fundamental, imprescindible, para que la provincia, la congregación, esté bien asentada y funcione adecuadamente. Pretender llevar la “gestión” como una especie de atención pastoral a los empleados, como si fuese un “cuidar”, suele llevar al desastre. La gestión tiene sus connotaciones específicas y no gestionar bien tiene malas consecuencias. Incluso supone una falta de respeto para las personas, para los laicos y religiosos, que están trabajando en las actividades. Si no estamos preparados para ello, pues nos preparamos, estudiamos y buscamos el consejo de personas que entiendan más.

Mirando a mi experiencia, veo que lo de “cuidar” y “pensar” suele funcionar bastante bien en los superiores mayores, en los gobiernos religiosos, que he conocido. Quizá no del todo equilibrado pero aceptable en su conjunto. Lo que no suele funcionar nada o casi nada es lo de “gestionar”. Aquí puede suceder de todo. Ciertamente, los institutos religiosos no somos una empresa (1) y (2) pero cuando se tienen cientos de empleados hay que funcionar en muchas cosas como una empresa. No hacerlo suele conllevar malas consecuencias para la institución. Y malas también para las personas, sobre todo para los laicos contratados. Cuando no se gestionan bien los recursos humanos contratados, a veces los despidos terminan siendo necesarios. Pero la culpa, lo digo por experiencia, no es del que despide sino de los “gestores” anteriores que no lo han hecho ni medio bien.

Cuidar, pensar y gestionar. Atención que las tres patas son necesarias. Atención a la hora de elegir en los capítulos porque hay que buscar una persona o personas capaces de atender a las tres dimensiones. Nos jugamos mucho: la estabilidad y el futuro de nuestros institutos. Y con la que se avecina, gestionar va a cobrar mucha importancia.

  • Dejo aquí de regalo un artículo que escribí hace unos años sobre los institutos religiosos y las empresas. Quizá pueda ayudar a ampliar la reflexión.
Los institutos religiosos no somos empresas

Los institutos religiosos no son empresas pero harían bien en copiar sus muchas cosas buenas. Harían una gestión mejor de sus recursos.

3 comentarios sobre “Las tres patas”

  1. ¡Muchísimas gracias, muy iluminador y cierto cada elemento aquí descrito, para reflexionar y actuar en nuestra vida diaria! Gracias.

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