¿Dónde anotamos lo que no ganamos? ¿Y lo que no ahorramos?

A final de año hacemos las cuentas, metemos todos los datos en la contabilidad, y tratamos de evaluar el resultado del año. Si es positivo, nos sentimos contentos. No pretendemos grandes ganancias. Es suficiente con no perder dinero y que sobre un poco para aportar al gobierno general de nuestras instituciones o ahorrar para cuando vengan momentos de dificultad. Si es negativo, miramos y remiramos las cuentas a ver dónde puede estar el problema pero sin preocuparnos demasiado, que para eso está el sobrante del año anterior. Pero quizá todavía se puede hacer algo más. 

Se me ocurre que deberíamos hacer también otras cuentas, otras que no solemos hacer. Se trataría de llevar también la cuenta del dinero que podríamos haber ahorrado y, sin embargo, debido a decisiones erróneas, perdimos por el camino. O del dinero que podríamos haber ganado pero que, también por malas decisiones, no ganamos. Sería interesante hacer estas cuentas porque nos podrían servir para evaluar de verdad, desde el punto de vista económico y de administración, del año vivido.

OLYMPUS DIGITAL CAMERAPongamos un ejemplo. Supongamos que hemos descuidado la tesorería de la provincia. El dinero se ha ido acumulando, ocioso, en la cuenta corriente. Han ido pasando los meses. Hemos tenido muchas urgencias. Y el dinero se ha ido quedando amontonado. Podemos también pensar el dinero que se ha ido acumulando, también ocioso, en las cuentas corrientes de comunidades y actividades. No es mucho en cada centro pero puesto junto ya empieza a ser una cantidad importante. No es difícil a fin de año hacer unas cuantas sumas, calcular el saldo medio, ver qué cantidad hacía falta realmente para el funcionamiento normal (pago de facturas y gastos ordinarios) y qué cantidad ha estado ociosa en la cuenta. Y luego aplicarle los intereses medios que han dado las inversiones financieras en el año. Y, ¡zas!, ahí tenemos la cifra mágica del dinero que hemos dejado de ganar, que hemos regalado a los bancos sin que nunca nos vayan a dar las gracias.

¿Más ejemplos? Las compras inútiles, tantas veces motivadas por las inercias del “siempre se ha hecho así”, de maquinarias, instrumentos, muebles, pequeñas obras, etc, que igual no había hecho falta hacer. Algunos gastos un poco faraónicos que se nos cuelan de vez en cuando. Ahorros que nos habrían supuesto alguna pequeña incomodidad con la que no queremos cargar. Contrataciones de empleados sin mucho sentido…

Podríamos seguir poniendo ejemplos. Lo malo es que todos esos recursos habrían podido ser aprovechados para la misión. Entiendo que estas cuentas no nos guste hacerlas. Sacan a la luz las consecuencias de nuestra mala administración, de las malas decisiones tomadas sin pensar suficientemente. Son cosas de las que no nos gusta hablar. Son cosas que preferimos olvidar. Quizá sea esa la razón por la que terminamos repitiendo una vez y otra los mismos errores.

Por eso, me confirmo en que deberíamos llevar también esta “otra” contabilidad del dinero malgastado y del dinero no ganado. Mirar esos resultados nos pondría colorados. Pero quizá nos ayudaría a pensarlo mejor para la siguiente vez. Y,  de paso, empezaríamos a administrar mejor el dinero y los recursos que el Señor ha puesto en nuestras manos con un único destino: la misión.

2 comentarios sobre “¿Dónde anotamos lo que no ganamos? ¿Y lo que no ahorramos?”

  1. Que razón tienes, con el dinero ocioso, lo que gastamos y lo que no debiéramos gastar!!!
    De vez en cuando conviene que nos paremos un poco y veamos….

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