¿Y cuándo no se tiene dinero? Administrar la escasez

Estoy seguro de que los lectores habituales de este blog han entendido perfectamente la idea de las dos últimas entradas: cuando se tiene mucho dinero existe la tentación de administrar mal porque fácilmente nos dejamos dominar por la idea de que los recursos son tantos que parecen inagotables. Pero soy consciente de que no todas las congregaciones tienen esa tentación. 

Hay muchos institutos religiosos que viven con lo justo y que con mucha dificultad logran atender a las múltiples necesidades de sus comunidades, de las personas en formación, de sus propios ancianos, de sus actividades, que muchas veces están en lugares que no dan ni siquiera para que puedan vivir las personas allí destinadas. Son institutos que viven en una situación de penuria, de escasez permanente de recursos. ¿Garantiza eso que se haga una buena administración? Pues casi es triste decirlo pero diría que la respuesta es negativa.

A veces los recursos están ahí pero se administran mal, no se comparten bien y no se destinan a las necesidades más urgentes porque nadie se ha preocupado durante mucho tiempo de hacer una buena planificación de los recursos disponibles y mucho menos de las necesidades y de su orden de urgencia.

A veces son las comunidades las que disponen de sus propios recursos compartiendo apenas lo que les sobra. Eso puede generar situaciones de enorme desigualdad dentro de un mismo instituto. Y no es por maldad ni por egoísmo sino por falta de una planificación centralizada que permita el mejor aprovechamiento de unos recursos tan escasos y mal repartidos.

Para ser sinceros, a veces sí se da un cierto egoísmo de grupo (comunidades de una provincia o provincias de un instituto) que provoca esas desigualdades. Aunque sólo sea porque las urgencias más cercanas nos parecen más urgentes que las más lejanas geográfica o culturalmente.

Es curioso cómo somos capaces de reunirnos en capítulos y asambleas y hacer planes y programas apostólicos de envergadura donde se contempla que haya una orientación única para toda la congregación con unas opciones apostólicas y carismáticas muy claras pero eso no se extiende al aprovechamiento común de los recursos escasos con que se cuenta.

Tanto si los recursos son muchos como si son pocos, tenemos la responsabilidad de ponerlos íntegramente al servicio de la misión congregacional, aplicándolos en la medida y forma que hagan posible la realización de esa misión en todas sus dimensiones.

Tiene que haber alguien que desde arriba contemple la realidad de la congregación en su conjunto, que vaya un poco más allá de la urgencia momentánea, que planifique y ordene. De modo que los recursos (siempre escasos por definición en economía), se apliquen adecuadamente a las necesidades actuales y futuras (siempre múltiples, también por definición en economía).  Tiene que haber alguien que, desde arriba, nos invite a salir de nuestras perspectivas cortas y locales para atender a la misión universal del instituto. También en lo económico.

2 comentarios sobre “¿Y cuándo no se tiene dinero? Administrar la escasez”

  1. Buenos días Fernando, le sigo en las homilías de Ciudad Redonda, y hoy le he buscado en Google, me encanta su forma de comentar los evangelios, no le conozco, pero que cercano a mis ideas.
    Muchísimas gracias, yo hago la lecturas del día, entro en Ciudad Redonda y luego comparto con un gruñido que tengo, y usted es tan sencillo y directo.
    Gracias, muchas gracias. Un saludo y que Dios le bendiga.
    Milagros

  2. Por fin, hoy me he decidido a poner estas letras… Hace tiempo que leo los artículos que van apareciendo quincenalmente, y deseaba, expresar mi sentimiento de gratitud a tí y al Señor, porque nos envía personas que iluminadas por su Espíritu, nos ayudan a crecer como personas, -y al decir «persona» me refiero a la Persona Integral-.
    Que El Señor te Bendiga. ¡Muchas gracias por ayudarme y ayudarnos!

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