Propósitos para el nuevo año

Termina 2016 y comienza 2017. Es tiempo de hacer propósitos, de revisar lo que hemos hecho regular, o sencillamente mal, este año y ver cómo podemos mejorar para el año siguiente. Esto vale para la familia, para la comunidad, para la espiritualidad y también, por qué no, para la economía. Aquí van unas cuantas sugerencias para proponernos hacer en este 2017 que ya está aquí.

  • No tener miedo a los cambios. Ya sé que es muy general como propósito pero creo que es importante. Los medios materiales que usamos en el mundo de la administración cambian rápidamente. Cambia la forma de hacer tratos y negocios. Y nosotros seguimos demasiadas veces atados al “así se ha hecho siempre” o “eso no se ha hecho nunca”. Nos deberíamos conceder la posibilidad de probar, incluso de equivocarnos. A veces somos tan prudentes que más bien parece que estamos paralizados. Va a llegar el momento, por ejemplo, en que el mundo deje de usar dinero en metálico y nosotros seguiremos todavía pagando en contante, asustados ante la posibilidad de que un religioso tenga una tarjeta de crédito.
  • Desde arriba (la Congregación de Religiosos), desde el mundo en que vivimos, se nos urge a una mayor transparencia en nuestras cuentas, en la forma cómo tomamos las decisiones y en los criterios que usamos para tomarlas. 2017 podría ser una buena oportunidad para instaurar en nuestra congregación y/o provincia una política de transparencia y claridad en la administración. ¿Lo más importante? Definir por escrito los criterios administrativos, económicos, éticos, evangélicos (el orden no define su importancia, claro está) que queremos usar a la hora de contratar personal, en las inversiones financieras (porque no todo es lícito ni se puede buscar exclusivamente la seguridad), en la distribución de los recursos entre las múltiples necesidades existentes. La transparencia nos hará más evangélicos. Quién sabe si no nos hará darnos cuenta de que quizá algunas de las razones que motivan nuestras decisiones son francamente “inconfesables” e “impublicables”.
  • En 2017 seguiremos dando vueltas a lo del “patrimonio estable”. Pero como no hay que pretender la perfección al primer día, el trabajo de definir ese “patrimonio estable” se puede ir haciendo por partes. Comencemos 2017 creando un fondo interno de pensiones: ahorrando lo necesario hoy para que los que todavía están trabajando no pasen necesidad cuando se jubilen. Porque, hermanos y hermanas mías, aunque los políticos lo nieguen, todo el mundo sabe que las pensiones van a bajar y ya están bajando.
  • Seguro que 2017 va a estar lleno de trabajos, de esfuerzos, de luchas. No hay que dudarlo. Pero es importante recordar, y planteárnoslo como propósito, que todo lo que hace un administrador es y debe ser siempre un servicio a sus hermanos y la congregación. No sólo a la actividad o comunidad o provincia concreta en la que trabaja. En realidad es un servicio fundamental, clave, imprescindible, a la evangelización, al reino. Esto no conviene olvidarlo. Y menos cuando nos encontremos dentro de unos meses hundidos entre papeles y documentos diversos y en medio de la lucha. Lo nuestro es una forma, la que nos ha tocado por gracia, de servir al Evangelio.

Estos cuatro “propositillos” deberían ser más que suficientes para que 2017 sea un buen año lleno de trabajo pero también de satisfacción por el trabajo, servicio, bien hecho.

¡Feliz 2017!

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