El arte de informar

Doy por supuesto que la mayor parte de mis lectores son administradores o lo han sido o lo serán. O quizá leen este blog por afición –hay aficiones muy raras–. Pero de lo que estoy seguro es que a todos en algún momento les ha tocado informar o recibir informes de tipo económico. Y que, más de una vez, los hemos dejado de lado porque tanto número se hacía imposible de digerir.

La verdad es que informar bien de economía es un arte. Muchos datos empalagan. Pocos no son suficientes. Desordenados convierten la información en un caos. Y así podíamos seguir.

Lo primero es tener bien anotados los datos. Ese es el punto de partida imprescindible. Una buena contabilidad es la base necesaria. Eso se aprende sin mucha dificultad. Pero es no es la información que hay que dar. El libro diario, donde están anotados, uno a continuación del otro, todos los asientos que se han hecho en la contabilidad, no informa absolutamente de nada. No creo que haya nadie que sea capaz de sacar ninguna conclusión válida de la marcha económica de una institución o empresa examinando su libro diario.

Luego están los informes habituales: balance y cuenta de resultados. Dicen pero lo hacen de una forma oculta. Diríamos que es un saber mistérico al que llegan sólo los entendidos. Y no todos son entendidos. Así que el arte de informar de economía tiene que ir un poco más allá.

Hay que saber lo que se quiere decir: cuál es el hecho o hechos principales que se quieren resaltar. Y luego entresacar los datos que ponen de manifiesto ese hecho. No se trata de manipular sino de informar con veracidad. Y, sobre todo, de una forma inteligible, sencilla y clara para los no entendidos en la materia. La información tiene que ser la justa y oportuna para que los responsables de tomar una decisión sepan a qué atenerse con respecto a las implicaciones económicas de su decisión.

Hace poco me enseñaron una encuesta publicada por un centro de estudios. No me acuerdo del tema. Sí me acuerdo que el documento tenía unas 80 páginas llenas de gráficos y términos enrevesados. Lo habían escrito especialistas y el documento era para ellos. Pero a alguien se le había ocurrido la gloriosa idea de hacer un “resumen ejecutivo” en 9 páginas donde con un lenguaje sencillo y accesible se exponían los datos más importantes de la encuesta. Para entender ese “resumen” no hacía falta ser especialista en nada. Lo que decía era claro y transparente. Pensé que era un buen modelo a imitar cuando preparamos nuestras memorias económicas para los capítulos u otros informes que a todos nos toca hacer de vez en cuando. Es más trabajo, seguro, pero vale la pena y forma parte de nuestro servicio como administradores.

Por si acaso, algún lector está interesado más interesado en el tema, puede releer lo que escribí sobre este mismo tema hace ya un año haciendo click en este enlace y en este otro. 

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