Archivo de la categoría: administración

Inmovilismo

La vida está en continuo cambio. Cambia nuestro cuerpo. Cambia la sociedad. Pero nosotros preferimos pensar que estamos siempre en el mismo punto. El inmovilismo se convierte en la actitud dominante. Hay que hacer las cosas como siempre se han hecho. Ni siquiera se valora mucho si lo que siempre se ha hecho fue bueno cuando se empezó a hacer o si sigue siendo bueno ahora que han cambiado las circunstancias y nosotros y la vida misma. En el inmovilismo nos sentimos seguros.

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Una buena administración

Más de una vez, he comentado en este blog que las inercias nos pueden, que damos por supuesto que las cosas funcionan porque siempre han funcionado en el pasado, que las soluciones de antes siguen siendo válidas hoy. Y nos aterroriza la idea de cambiar, de hacer las cosas de otra manera. El problema viene cuando la realidad ha cambiado pero nosotros seguimos aplicando las mismas soluciones y dando las mismas respuestas a los asuntos y cuestiones que tenemos entre las manos. Lo que fue válido y útil en el pasado ahora provoca desajustes. Esto que es válido como ley general, se aplica también al mundo de la administración. Se trata de hacer una buena administración.

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Otra vez las inversiones financieras

La experiencia me lo confirma. Las inversiones financieras, de cuya adecuada gestión depende en buena parte el futuro económico de nuestras instituciones, se sigue pareciendo a un mar proceloso por el que la mayoría de los ecónomos provinciales o generales se sienten incapacitados para navegar. Nos parece que es un mundo desabrido, hosco, huraño. Ante él nos sentimos perdidos. Cuando se presenta ante nosotros el comercial del banco con el que trabajamos, es como si nos enfrentásemos a un superior, a alguien que está por encima de nosotros y ante el que no podemos hacer más que escuchar y obedecer. Por dentro se nos queda la sensación de que quizá no sea verdad todo lo que nos dice, de que quizá esté sirviendo más los intereses del banco o los suyos propios que los nuestros. Pero no nos atrevemos a decir nada.

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La que se avecina

Además del título de una serie cómica española, La que se avecina nos puede servir como título para esta entrada. La que se avecina es como el anticipo de lo que vamos a ver en enero o febrero cuando echemos una mirada a la cuenta de resultados de este 2020 de nuestras instituciones y de nuestras actividades. La que se avecina es tan terrible que o cambiamos nuestras inercias y dejamos de pensar y hacer como lo hemos hecho siempre o estaremos condenados a la desaparición porque no hay institución ni actividad que aguante impávida la que está cayendo y la que se avecina.

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Cambio climático

Estamos oyendo muchas voces que alertan sobre el cambio climático. Alertan sobre sus posibles consecuencias desastrosas para el futuro del planeta y de la misma humanidad. Insisten en que ese cambio está siendo provocado por la actividad humana y que, modificando nuestra forma de comportarnos (de producir, de consumir) podríamos evitar esas consecuencias negativas. Los institutos religiosos somos también parte de esta humanidad, vivimos aquí, producimos aquí, consumimos aquí. Y, además, decimos que queremos ser testimonio de un estilo de vida diferente: respetuoso con la vida y promotor de la fraternidad, que no otra cosa es el Reino del que habla el Evangelio y del que queremos ser testigos. Por eso, este asunto del cambio climático nos debería hacer pensar y, probablemente, provocar un cambio en nuestras actitudes y comportamientos.

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En el mismo barco

Es una de las frases que me gusta repetir cuando doy charlas o clases a grupos de religiosos o religiosas. Digo y repito que “todos estamos en el mismo barco”. Me parece importante insistir en la idea porque a veces da la impresión de que somos más una flotilla de barcos o barquitos remando cada uno en su dirección, que un barco con una dirección única, y una misión única. Conviene que todos nos demos cuenta de que ni mi comunidad ni mi actividad, ya sea colegio, editorial, hospital o cualquier otra forma de apostolado que podamos imaginar, tiene sentido o vida independientemente de la provincia o congregación en la que está integrada. Pero esa frase merece algún comentario.

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Palabras para pensar

Estamos en agosto. Ya sé que muchos de los lectores de este blog están en otras latitudes y agosto es un mes como cualquier otro. Pero el que escribe estas líneas está en España y en estas tierras agosto es un mes de parada nacional. Todo, o casi todo, queda aplazado para septiembre. Y todo el mundo piensa en tomarse unos días de descanso o, al menos, hacer una vida más relajada. Quizá quede tiempo hasta leer un libro o cosas parecidas. Quiero hacer mi aportación a ese relajo generalizado con unas palabras para pensar, unas frases que quizá nos hagan pensar en nuestro trabajo como administradores. Seguir leyendo Palabras para pensar

Respetar la legalidad

La vida religiosa ha vivido durante años en una cierta burbuja social. No siempre se hacían las cosas en los institutos como se hacían en la sociedad. Había una cierta sensación de que las leyes civiles no obligaban a los miembros de los institutos. Eran un grupo separado, aparte, que se regía por sus propias normas, que –se daba por supuesto– eran mejores y más justas y más de todo que las de fuera, las de la sociedad. Pero la verdad es que nos vamos dando cuenta de que es mejor atenernos a esas normas civiles y cumplirlas. Que es mejor y que nos quita de muchos problemas. Que a veces nuestras soluciones caseras y familiares, no sólo no arreglan nada sino que provocan mayores problemas. Que es mejor respetar la legalidad que no hacerlo. Seguir leyendo Respetar la legalidad

Limpieza y orden

Como saben mis lectores, escribo desde España. Estamos en verano. Es un tiempo un poco más relajado. Bajan las urgencias y el mismo calor hace que la actividad se ralentice un poco. Es un tiempo oportunísimo para poner un poco de limpieza y orden en los archivos. Sí, ya sé que el tema no es muy atractivo. Es incluso aburrido. Y sin embargo, mantener bien los archivos es condición indispensable para hacer una buena administración. Limpieza y orden debería ser el lema de nuestro trabajo como administradores. Seguir leyendo Limpieza y orden

Cercanía y seguimiento

Un administrador provincial tiene que dedicarse a las altas finanzas pero también tiene que estar atento a los ecónomos y administradores de las comunidades. Ambos aspectos son parte de su trabajo. Puede ser difícil compatibilizar esos dos campos. En este blog hemos hablado mucho de esas altas finanzas pero últimamente no hemos recordado esa parte fundamental de su trabajo que es estar cerca de los ecónomos o administradores de sus comunidades. Expresaría su trabajo con ellos en tres palabras: cercanía, seguimiento y supervisión. Seguir leyendo Cercanía y seguimiento

El cálculo de las pérdidas

Ya parece que vamos saliendo de esta pandemia mundial. No en todos los países del mismo modo y al mismo ritmo pero estamos viendo ya la luz al final del túnel. De lo que no estamos tan seguros es de ver el final de la crisis económica que la pandemia ha provocado. Esto va a ser duro. Ya he escrito sobre la gravedad de la situación en la entrada titulada En tiempos de desastre. Pero creo que la situación es tan grave y con tantas consecuencias económicas para la sociedad en general y para los institutos religiosos en particular que hay que insistir en ello. Hay que hacer el cálculo de las pérdidas y ponerlo sobre la mesa. Negro sobre blanco. Para que religiosos y religiosas, no sólo sus gobiernos, se den cuenta de la gravedad de la situación. Seguir leyendo El cálculo de las pérdidas

Nuevos tiempos, nuevas oportunidades

De los desastres se suele salir. Vamos a esperar que sí. Pero no salimos como entramos. La situación ha cambiado y también nosotros tenemos que cambiar en nuestra forma de reaccionar ante las nuevas condiciones. A nuevos tiempos, nuevas oportunidades. En esta entrada quiero hablar de un instrumento financiero que nos puede ser muy útil y que podemos usar pero que, en general, no nos gusta usar o nos asusta usar o nos parece que no debemos usar. Me refiero al recurso al crédito como forma de financiar obras o inversiones que tengamos que hacer. A nuevos tiempos, nuevas oportunidades. Y hay que saber aprovecharlo todo, todo, al servicio de la misión. Seguir leyendo Nuevos tiempos, nuevas oportunidades

En tiempos de desastre

El título no es accidental: en tiempos de desastre. Lo que está pasando es realmente desastroso. El coronavirus no sólo va a matar porque es un virus muy malo que ya ha provocado muchas muertes. Está provocando una catástrofe económica tan enorme que posiblemente provocará muchas más muertes la crisis económica que la sanitaria. Y en tiempos de desastre hay que aplicar medidas urgentes, rápidas, novedosas, que se orienten a paliar en la medida de lo posible los efectos negativos que está provocando y que va a provocar en el inmediato futuro. Y los institutos religiosos no van a ser ajenos a ese desastre. Esta vez no. Nos va a tocar y muy de cerca. Seguir leyendo En tiempos de desastre

Planificar a largo plazo

En mi relación con diversas congregaciones religiosas, me sorprende ver cuántas ecónomas y ecónomos, generales y provinciales, viven al día. Ni siquiera se plantean la idea de planificar a largo plazo. Ni se les pasa por la mente. Las premuras del día a día, la última llamada telefónica, la urgencia del problema de aquella provincia o comunidad o actividad, no dejan lugar para el estudio tranquilo de la situación, para echar una mirada al futuro ni para planificar a largo plazo. Y me da la impresión de que en la actual situación se van a sentir más inclinados todavía a caer en esa tentación. ¡Va a haber más urgencias todavía! Seguir leyendo Planificar a largo plazo

Lo más urgente

Estamos viviendo unos días extraños. Tenemos un virus suelto por ahí y nos han dicho que lo más urgente y necesario es que nos quedemos en nuestras casas sin salir y evitando todo contacto social que pueda facilitar la propagación de un virus que está resultando muy letal sobre todo para nuestros mayores. La consecuencia del confinamiento no sólo es la paralización de la vida social. También se paraliza la economía. Vamos a tener que trabajar mucho para que la maquinaria económica se vuelva a poner en marcha. Y con ella, el trabajo, los salarios y el tener a su alcance los medios necesarios de vida para muchas personas. La crisis va a ser tremenda y todavía no imaginamos del todo sus consecuencias. Seguir leyendo Lo más urgente

Asesores profesionales e independientes

Decía en la entrada anterior (La responsabilidad es nuestra) que no podemos pasar la carga de la decisión a los asesores. Ahora quiero subrayar que necesitamos asesores profesionales e independientes. Utilizaba una cita de la carta circular de la CIVCSVA, Líneas orientativas para la gestión de los bienes en los Institutos de Vida Consagrada y en las Sociedades de Vida Apostólica. Pero lo dicho en esa entrada hay que completarlo con otro texto del mismo documento que dice: Seguir leyendo Asesores profesionales e independientes

La responsabilidad es nuestra

Estamos todos todavía leyendo el último documento de la CIVCSVA, Economía al servicio del carisma y de la misión, de 2018. Y casi se nos ha olvidado que antes, en 2014, se hizo público otro documento, Líneas orientativas para la gestión de los bienes en los Institutos de Vida Consagrada y en las Sociedades de Vida Apostólica, más breve pero muy interesante que abrió el camino a que pensásemos en estos temas de la administración. Hoy quiero recordar algo que decía este documento previo y que me parece que es muy importante a la vez que verdad de perogrullo: que la responsabilidad es nuestra. Seguir leyendo La responsabilidad es nuestra

La ley del trabajo

He estado haciendo un repaso de lo escrito hasta ahora. Son 118 entradas. He hablado de muchos asuntos y muy diversos. Todos relativos a la administración y la economía, como no podía ser de otra manera. Pero me he dado cuenta de que me ha faltado un tema que es clave, fundamental, básico: la ley del trabajo. O dicho en palabras de san Pablo, “el que no trabaje, que no coma” (2 Tes 3,10). Y sigue diciendo: “Hemos sabido que algunos de vosotros viven sin trabajar, muy ocupados en no hacer nada. A estos mandamos y encargamos, por la autoridad del Señor Jesucristo, que trabajen tranquilamente para ganarse la vida” (2 Tes 3,11-12). Seguir leyendo La ley del trabajo

Invertir para ahorrar

En mis encuentros con los responsables económicos de las congregaciones religiosas aparece muchas veces una cuestión simple: se incrementan los gastos y disminuyen los ingresos. ¿Cómo se puede aguantar esa situación? ¿Cómo darle la vuelta? La idea de aumentar los ingresos aparece como una posibilidad muy lejana, casi utópica en el peor de los sentidos. Hay que atacar por el otro lado: disminuir los gastos. Pero aquí suele haber un conflicto: hay que invertir para ahorrar, hay que gastar más a corto plazo para gastar menos a medio/largo plazo. Es decir, para recortar los gastos, paradójicamente, hay que gastar. Invirtiendo tiempo y dinero. Seguir leyendo Invertir para ahorrar

Diario de un Ecónomo Primerizo

Es verano. Al menos en Europa. El curso ha sido duro y necesitamos descanso. Así que, por esta vez, dejamos la teoría y pasamos al relato. Es la historia autobiográfica de un ecónomo local. sus primeras sensaciones. Sus primeros problemas. Quién sabe si algunas de las cosas que dice nos pueden hacer pensar un poco en algún rato libre sobre lo que es y debe ser nuestro ministerio como administradores y servidores de nuestros hermanos y hermanas. Seguir leyendo Diario de un Ecónomo Primerizo

Asumir riesgos

En economía siempre hay muchas posibles soluciones o respuestas a los problemas que se nos plantean. Un buen administrador debe ser capaz de asumir riesgos. Su trabajo fundamental es decidir. Decidir entre las diversas alternativas tratando de conciliar las múltiples necesidades presentes y futuras con los recursos, siempre escasos por definición. No hay una sola solución. No hay una sola respuesta. No es verdad eso de que no podemos hacer otra cosa. Hasta el posponer la decisión es ya tomar un camino concreto. Seguir leyendo Asumir riesgos

Los proveedores

Los administradores trabajan con muchos proveedores de diversos servicios y productos. Los proveedores son ya casi parte de nuestra vida. A veces, hay años de relación que hasta dan lugar a buenas amistades. Pero son siempre relaciones que están mediadas por una relación comercial. Eso conviene tenerlo en cuenta a la hora de aceptar precios o de mantener esa relación comercial con el proveedor de siempre, de toda la vida, ése que es casi de la familia. Porque es posible, sólo digo que es posible, que a veces nos engañen aprovechándose de nuestra buena voluntad y de esa relación de años. Seguir leyendo Los proveedores

Procrastinar

Todos los años por diciembre la Fundeu (Fundación del Español Urgente) hace pública la que en su opinión es la palabra del año. Este año pasado, 2018, fue “microplásticos”. Pero en segundo lugar, quedó “procrastinar”, que para nuestro tema es mucho más interesante. Procrastinar significa según la Real Academia “diferir, aplazar”. Digo que es interesante para nuestro tema porque me parece que es una de las grandes tentaciones de todo gobernante cuando se encuentra ante decisiones difíciles. Y los que están en la administración de los institutos religiosos no están liberados de esa tentación. Ni siquiera por aquello de la “gracia de estado”, que se decía antes.

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Serenos en medio de la tormenta

 

Es tiempo de repasar las cuentas del año recién terminado. Posiblemente veamos que los resultados de nuestras inversiones financieras no han sido muy buenos. En realidad, han sido muy malos. Pésimos. Los mercados financieros (bolsa, renta fija…) han caído hasta un 15% entre enero y diciembre. Las inversiones de nuestras instituciones, con suerte, se han quedado en una caída del 5% o algo más. Eso, siempre en proporción a lo que tenga invertido cada institución, puede ser mucho dinero. Es para ponerse nerviosos. Y, sin embargo, creo que es el momento para la serenidad. Para mantenerse serenos en medio de la tormenta. Por mucho que la tormenta haya sido de aúpa, como diría mi madre.

Ya hablé en otro momento de la volatilidad de los mercados financieros (“la volatilidad y la tranquilidad” se titulaba. Lo hice precisamente un verano en que hubo unas caídas fortísimas en las bolsas europeas. Aquel fue un momento de volatilidad. Luego las tornas cambiaron y los mercados se tranquilizaron. Hay que reconocer que lo de este año ha ido algo más allá de la volatilidad, que se refiere más bien a la imagen de los dientes de sierra: mercados que suben y bajan continuamente con fuerza. Lo de este año han sido directamente bajadas y caídas. Sobre todo, en la segunda mitad del año. La incertidumbre ha sido general en el mundo económico (que si el brexit, que si la política norteamericana, que si el ascenso de la extrema derecha, que si la guerra comercial China-USA…).

Todo son razones para el miedo. Como dicen los economistas “nada hay más miedoso que un billete de un dólar”, indicando que la economía aborrece de la incertidumbre y quiere seguridad de que las reglas del juego no van a cambiar. Los conflictos y los cambios siempre crean incertidumbre, miedo ante el futuro. Y eso les pasa a los inversores. El dinero huye y los precios (los intereses, los rendimientos, los beneficios) bajan. Y se produce otra paradoja: “la bolsa es el único mercado en que cuando hay rebajas, la gente sale corriendo.”

La clave está en mantenerse serenos en medio de la tormenta y mirar a la realidad con perspectiva, a medio y largo plazo. Porque los institutos religiosos no invertimos en el mundo financiero con ánimo de ganar dinero en el compra hoy y vende mañana. No nos dedicamos a la especulación. Invertimos en ese mercado con el objetivo de a) preservar el valor de nuestro capital financiero a medio y largo plazo y b) obtener a medio y largo plazo unos rendimientos estables y justos que nos permitan acometer nuevos proyectos y asegurar los que ya tenemos siempre al servicio de la misión.

No podemos ni debemos mirar el resultado de nuestras inversiones a un plazo tan corto como un año. Hay que echar la mirada con más perspectiva. En estos mercados hay años que se gana y años que se pierde. No se puede ganar todos los años. Tampoco se pierde todos los años. En una congregación eché las cuentas sobre diez años de inversiones financieras y descubrí que de media se había ganado un 1,5% por encima de la inflación. Había años en que se había perdido y años en que se había ganado. Pero lo importante era esa media. Mirar siempre a largo plazo y evitar el cortoplacismo (hay otro blog dedicado a este tema del cortoplacismo), debería estar entre los criterios que no debemos olvidar nunca. Para no desesperarnos, para no ponernos nerviosos y para mantenernos serenos en medio de la tormenta.